EL JARDÍN
DE ARTEMISA
Este jardín, además de ser mi hogar, es también refugio de muchas especies vegetales y animales. Comenzó a tomar forma en 1995, junto con la construcción de la casa que hoy habito. Por entonces, algunos árboles nativos alzaban sus copas, y el suelo, árido y arenoso, hablaba de un destino por descubrir. Ya llevaba un tiempo viviendo en la zona y, con algo de dedicación, sentí que podría acompañar a este territorio para que, siendo silvestre, revelara su versión más generosa. Hoy, después de tres décadas de convivencia, somos un ecosistema dinámico, que se autogestiona con un mínimo de intervención y un máximo de disfrute.
Las primeras esencias florales que elaboré propias del jardín, fueron el diente de león y la caléndula. Poco a poco, la tierra se fue llenando de color y yo fui reconociendo los ritmos de las semillas y de la siembra. En sus inicios, además de flores para remedios, el jardín me ofrecía materia prima para el papel que fabricaba en mi molino Maktub: fibra de formio, ajo, lirio, cortadera, hojas de crataegus, helechos y abedules. Todo venía de aquí. Pocas cosas me daban tanto placer como juntar las hojas del otoño para hacer el papel de un biombo, o transformar las monedas de lunaria en un delicado papel para iluminar. Siempre hubo cosecha. El amor que cultivamos entre nosotros, en nuestro diálogo y escucha, fue la semilla más potente de lo que hoy ocurre en Artemisa como espacio de salud integral. Soy consciente de que, sin la ayuda del reino vegetal, este espacio no existiría, y yo no sería quien soy. Todo lo que creció afuera, también floreció en mí. Porque en cada brote, en cada ciclo, el jardín me recuerda que la vida florece en lo simple, en lo que se entrega al ritmo de la naturaleza.
SET FLORAL
Elaborar esencias florales es sumergirse en una conexión sutil con el mundo vegetal, un abrazo silencioso entre nuestra humanidad y las fuerzas naturales que la sostienen. Es una práctica que extrae unicamente lo necesario de cada hierba, intentando no perturbar su integridad. En su delicada alquimia, las flores entregan una medicina segura y poderosa destinada a quienes eligen descender hacia adentro y abordar las raíces de sus propios estados del ser.
Este set floral nace para nutrir un conocimiento que perdura a través del tiempo. Nada de lo que aquí comparto pretende ser una verdad absoluta: es conocimiento vivo y sigue su curso en aquellos que deseen dejarse tocar por él.
Para mí, el camino de las flores es un viaje de autodescubrimiento que vengo recorriendo durante más de tres décadas. Un proceso continuo de aprendizaje creativo, compasivo y expansivo, rociado con la claridad, la amorosidad y la asertividad que las flores saben brindar. Para ellas mi gratitud es infinita.
En 1930, el Dr. Edward Bach presentó el Sistema Floral como la medicina del futuro, enfocada en dos objetivos esenciales: El primero, facilitar el autoconocimiento para que las personas pudieran identificar sus desequilibrios emocionales; el segundo, ofrecer remedios que restauraran la vitalidad del cuerpo físico y brindaran serenidad a la mente. Su misión como médico y creador de este sistema fue centrarse en las personas y en las virtudes inherentes a la naturaleza humana, para reactivar nuestra capacidad de autocuración. El Jardín de Artemisa es un set floral compuesto por 36 esencias, solares, lunares o infusionadas, creado a lo largo de tres décadas de experiencia como terapeuta y elaboradora de esencias florales. Este conjunto de esencias es un fiel reflejo de mi proceso personal y profesional, cultivado con amor y respeto por la sabiduría profunda que la naturaleza ofrece. La medicina floral acompaña a la humanidad desde el principio de los tiempos, respaldada por la experiencia de quienes la practican y el testimonio de quienes se benefician de ella . No genera efectos adversos ni colaterales, ya que no interfiere de manera disruptiva en la biología de los seres vivos. Su acción se despliega a través de un recorrido evolutivo que busca ampliar nuestra percepción de la vida y de nuestras experiencias humanas.


ORÁCULO
Una creación que brota de la profunda exploración de plantas medicinales, en la que convergen la sabiduría ancestral y la investigación contemporánea. Un puente entre la ciencia y la magia.Cada carta es un testimonio vivo, un susurro de fuerzas invisibles que nos conecta con el lenguaje oculto de la naturaleza, funcionando como una herramienta de diagnóstico para la creación de fórmulas florales que integren tanto las propiedades curativas de cada hierba como su relación con el cosmos. Mi motivación es honrar nuestro vínculo sagrado con el espíritu vegetal.
Los poemas que componen el oráculo son revelaciones nacidas de un diálogo íntimo con cada planta, basado en la observación detallada de su forma, estructura, movimiento, sabor, textura, color y fragancia, atributos que nos hablan de su esencia y de su propósito en nuestra vida.
El arte de Cris Rocha, Naza Cesetti y Lara Hache captura el gesto de las plantas desde una mirada única y sensible. La documentación visual y digitalización de este material fue realizada por Gaspar Schlamp, mientras que el diseño gráfico, bajo la mirada atenta de Soledad De Battista, da forma a esta experiencia sensorial y espiritual.
La palabra "oráculo" proviene del latín oraculum, que significa "hablar", evocando la idea de una comunicación directa con una fuerza superior. En tiempos antiguos, un oráculo era el espacio sagrado de consulta, la voz de una sacerdotisa o ser místico. Hoy, este oráculo floral nos invita a sintonizar con esa misma sabiduría, para guiarnos en momentos significativos y recordarnos que la naturaleza, con su infinita generosidad, siempre está dispuesta a iluminarnos.